Elige un juego, el que más te apasione; ahora imagina que se organiza una convención en su honor; habría toda clase de actividades, desde concursos de disfraces hasta brutales torneos en los que podrías demostrar tu habilidad como el mejor jugador y así obtener sorprendentes premios, además de tener la oportunidad de convivir con otros fans o mejor aún, conversar con los desarrolladores y externarles tus inquietudes. Suena genial, ¿no? Lamentablemente la postura de las compañías se caracteriza por cierta frivolidad en el trato directo con sus seguidores y aunque cada una busca recompensar de algún modo la lealtad del consumidor a veces con más contenido para los juegos o ciertos beneficios adicionales, son pocas las que dan el siguiente paso. En ocasiones, las muestras de afecto se exteriorizan durante el evento de lanzamiento de sus nuevos títulos o en magnas expos de videojuegos, pero éstas revelan una tendencia a convertirse en simple escaparate de los productos que podrás comprar próximamente y no en escenario de interacción usuario-creador/desarrollador.
Es extraño, pues para un medio tan interactivo, vasto y de la relevancia comercial como los videojuegos, debería ser todo lo contrario. E3 pasó por una época oscura en que sólo permitía el acceso a prensa, dejando fuera a todos los entusiastas que buscaban ser parte de la experiencia, y grandes eventos como Tokyo Game Show y gamescom, diseñados para recibir raudales de personas, dan preferencia a los medios durante los primeros días del evento, concediéndoles las primicias de anuncios y sorpresas; si bien esto es importante, pues las coberturas mediáticas movilizan la información, es lamentable que poca gente ajena a este ámbito pueda acercarse a los genios detrás de su pasatiempo favorito.
Celebración poco usual
Tomando ejemplo de QuakeCon, competencia anual que reúne a miles de jugadores en una celebración de paz, amor y explosiones virtuales algo así como el Woodstock de los videojuegos, los carismáticos creadores del webcomic Penny Arcade, crearon su propia convención, envolviéndola de actividades diversas con el único fin de festejar la cultura gaming. Con la misma filosofía, pero incrementando el énfasis por satisfacer a la audiencia, Blizzard Entertainment inició en 2005 la tradición de abrir las puertas a sus seguidores para una convención anual que ahora conocemos como BlizzCon, magna festividad en la que los fans somos lo más importante.
En los últimos años Blizzard se ha mantenido bajo los reflectores de la industria, tanto por su éxito como por la polémica que provoca. La fama de lanzar sus juegos cuando estén listos la ha convertido en causa de admiración e inquietud para legiones de fanáticos, pero al final ha creado un importante nicho que se nutre constantemente con la creciente comunidad de World of Warcraft y la de StarCraft II. Y a pesar de tener sólo dos franquicias vigentes y Diablo en proceso de resurrección, es capaz de convocar a miles de fanáticos, para convivir en un ambiente donde el regocijo por lo geek, el encuentro de amigos por Internet y oleadas de información de los juegos de Blizzard son la principal atracción.
Todo se desarrolla en el Centro de Convenciones de Anaheim y no es menos que una suma de acontecimientos para deleite de los seguidores de Blizzard: firma de autógrafos, sesiones de fotos, música de las tres franquicias en vivo, pero más importante, paneles de conferencia con los desarrolladores. No hay algo mejor para un fan que poder escuchar de viva voz de los creadores, información fresca y novedosa de sus juegos favoritos y para aderezar la experiencia, la oportunidad de hacerles preguntas, casi como si los estuvieran entrevistando. Por supuesto eso no es todo, hay mucho más.
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