En el panorama de entretenimiento hay infinidad de productos que provocan fascinación en millones de personas, ideas que viven décadas e incluso prometen ser recordadas en la posteridad, sin embargo, hay ocasiones en que estos engendros creativos se convierten en fenómenos culturales a gran escala que cambian la vida de las personas y afectan el modus vivendi de todo entusiasta que intenta seguirles el paso. En este último rubro se encuentra Star Wars, que desde 1977 ha impactado al mundo moderno con su peculiar carisma y mitología de la nueva era.
La visión que tuvo George Lucas de esta fantasía cósmica pasó de sueño de juventud a universo de magnitudes épicas, y lo que suponía una simple aventura terminó en las crónicas de una civilización intergaláctica repleta de detalles, personajes y eventos que a modo de libro de historia, se extiende durante milenios. Es así como llegamos al apogeo de la República, la estructura que sirvió como piedra angular para todos los eventos que disfrutamos en la pantalla grande, los pixeles de los videojuegos o las viñetas de los cómics que comprenden esta vasta franquicia.
Toda historia tiene un comienzo
Sin ahondar en el contexto argumental, The Old Republic narra el punto de colisión más salvaje y contundente entre los miembros del consejo Jedi y la orden Sith, durante el apogeo para ambos bandos, una era que se remonta a más de tres milenos y medio previos a las hazañas de Luke Skywalker junto a las fuerzas rebeldes. A ojos de un espectador casual, podría parecer que estos eventos ancestrales son irrelevantes a la mitología, en inicio por no presentar personajes relacionados con las icónicas figuras que aparecen en el celuloide, pero la realidad es que sin estos antecedentes, los aprietos de la hexalogía serían inexistentes, el Imperio no tendría sentido y por supuesto, los sirvientes del Lado Oscuro no tendrían propósito ni causa. Es un teorema básico de causa y efecto, de no existir el legado, el planteamiento actual de Star Wars sería una obra pueril y vacía.
Por su puesto, el autor de la saga nunca imaginó que su concepción se extendería con tanta ambición y más allá de ramificarse a otros medios fuera del ámbito fílmico, se diversificó en argumento. Lo irónico del caso es que en oposición a las películas, el universo expandido tiene más consistencia, la leyenda está mejor planteada y las contradicciones son casi inexistentes. La tendencia de conservar la homogeneidad del concepto parte desde las primeras propuestas en videojuego e historieta, con el título Dark Forces y la publicación Tales of the Jedi: Golden Age of the Sith como los primeros exponentes que agregaron más historia a lo que se podía observar en las producciones cinematográficas. De este punto en adelante siguieron confeccionando el precedente, introduciendo personajes legendarios y conflictos emblemáticos; para referencia, Darth Revan, el maestro oscuro más poderoso en la crónica Star Wars que ganó relevancia como deidad Sith.
Del celuloide al pixel
Como todo producto mediático exitoso, esta saga espacial no tardó en ser adaptada al entretenimiento del pixel y las proezas Jedi encontraron hogar en el Atari 2600 con Jedi Arena, pero fue hasta Jedi Knight en 1997 que comenzó a plasmarse el auténtico potencial de los artífices de la Fuerza. El mérito de los videojuegos inspirados en Star Wars radica en haber mostrado con fidelidad las capacidades que debía tener un verdadero usuario de este poder, que a diferencia de la casi estoica familia Skywalker o el sabio Yoda, se evidenciaban guerreros con habilidades acrobáticas, maestros del esgrima y por supuesto, hechiceros indómitos capaces de dominar su entorno de maneras inimaginables. En efecto, de no ser por los precursores, las maravillas visuales de Episode 1: The Phantom Menace se hubieran reflejado menos portentosas y por supuesto, las piruetas y volteretas serían reducidas.
La sinergia entre los cómics, videojuegos e irónicamente en menor medida, el material fílmico, propició una imagen más robusta y emblemática de la figura Jedi y sus eternos antagonistas, pautando una entidad en armonía con la energía sideral, de raíces míticas y cuya desigualdad ideológica además de política propiciaron una serie de enfrentamientos bélicos que definieron el porvenir de la galaxia. Ante el interesante panorama, se construyeron documentos para nutrir la narrativa, y en tanto las historietas tenían un acercamiento específico sobre ciertos eventos clave, los juegos de video optaron por una visita guiada a diferentes locaciones y mostrar con mayor profundidad lo que sucedía tras bambalinas de los grandes enfrentamientos entre las facciones de aquella región del espacio tan, pero tan lejana. Así, a la par de un avance en presencia Jedi, el argumento retrocedía temporalmente para llegar a los orígenes de la ficción, razón suficiente para que BioWare lo tomara como pretexto y planteara su propia perspectiva.
Los cimientos de un imperio
Los ahora célebres creadores de Mass Effect y Dragon Age comenzaron su trayectoria con franquicias de menor relevancia para la opinión pública, pero que dejaron un mayor legado dentro del género RPG occidental; Neverwinter Nights fue una lucha constante por conseguir el refinamiento que les dio las herramientas para convertirse en desarrollador de calidad, pero Knights of the Old Republic fue el proyecto que los posicionó bajo los reflectores para todo jugador y sobre todo, a para los fanáticos de Star Wars.
Con el encuadre de esta propuesta se dibujó un escenario complejo, atestado de sucesos que sentaron los fundamentos para el imperio Sith y el ímpetu de estos caballeros oscuros por destruir a los Jedi, dentro de tal escena se tambaleó por primera vez la estabilidad de la República Intergaláctica y la hegemonía de sus paladines justicieros. Al revelarse la intensa dualidad entre ejecutores de la Fuerza, fuimos arrastrados al ambiente de Star Wars como nunca antes, y por fin y de forma envolvente tomamos parte activa en el futuro de la galaxia y el destino de sus habitantes. En palabras simples, terminó como una experiencia plenamente épica, y ahora, a poco años de envolvernos en el apasionante entorno, los mismos artesanos están a punto de lanzar una secuela directa a los acontecimientos de Knights of the Old Republic, en un intento por enriquecer dicho legado; The Old Republic es un masivo en línea que desea abrazarnos con su contenido persistente y un universo inmersivo, pero mientras llega la oportunidad de tomar un rol, queda sentado un hecho tangible: los videojuegos de Star Wars trascendieron el producto original, imponiéndose como forma ejemplar de adaptación y trabajo de calidad.
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