Es una tarde de algún año entre 1828 y 1831. Un joven deambula en las campiñas de Cambridge, raspando las cortezas de los árboles. Se trata de un coleccionista de escarabajos. El joven ha cedido a la última manía de Inglaterra, lo que significó perder valiosas horas de su formación como clérigo de la iglesia anglicana, reemplazo de una carrera en medicina que no pudo seguir por tener una gran aversión a las autopsias. Su padre le había dicho que nunca lograría nada: "nunca vas a pasar de un vulgar atrapa ratas", pero a ese joven rebelde no le importaba absolutamente nada de lo que decía su padre.
El coleccionista ha tenido una excelente cacería ese día: 2 escarabajos raros. Ya no tiene frascos disponibles y sus últimas capturas están literalmente en la palma de sus manos. De pronto, ante una corteza olvidada, ve una nueva variedad: un tercer insecto, totalmente inédito. Necesita la gloria: sabe que su nombre pasará a la posteridad entre los coleccionistas si lo atrapa. Así que, según nos narra, hace una locura: "no podía perderlo, así que puse el que tenía en mi mano derecha dentro de mi boca... Ah, el escarabajo soltó un líquido intensamente ácido, que quemó mi lengua de tal manera que me vi obligado a escupirlo, perderlo y ver cómo el otro escarabajo escapaba volando".
Triste. Error de principiante al que se le acabaron los frascos. Pero al menos la captura fue fructífera: "Ningún poeta se sentiría más deleitado en ver su primer poema publicado que lo que fui yo tras ver en el Catálogo de Insectos Británicos de Stephens, las palabras mágicas: 'capturado por Charles Darwin, caballero.' Fui introducido en la entomología por parte de mi sobrino, W. Darwin Fox, un hombre inteligente y agradable, en el Christ College, y de quien fui muy cercano. Después conocí, al coleccionar, a Albert Way de Trinity, quien se haría un conocido arqueólogo. También con H. Thompson, del mismo Colegio, después un líder agrícola, gerente de un gran ferrocarril, miembro del Parlamento. ¡Parece que coleccionar insectos es un indicio de que tendrás éxito en la vida!"
Vaya, Charles Darwin, el padre de la teoría de la evolución, en su momento fue un sujeto que no pensaba en otra cosa que en "Atraparlos a todos". Podemos ver su manía personificada en una caricatura de su era de coleccionista: Darwin, con sombrero de copa y red atrapa-insectos, montado en un escarabajo, mientras la leyenda al pie de la imagen dice: ¡Ver por él, Charlie!
"Coleccionar insectos es un indicio de que tendrás éxito en la vida"
2016. La última manía mundial es un juego creado por un coleccionista de insectos japonés, Satoshi Tajiri. Oriundo de Machida, Tokio, Tajiri creció en una atmósfera mezcla entre el Japón rural y la naciente megalópolis. La gran pasión en la vida de Tajiri era coleccionar insectos: otros niños lo llamaban "Dr. Bichos" y su aspiración era ser entomólogo. Tajiri también traicionó las expectativas de su padre: rechazó su puesto asegurado en la compañía eléctrica y se volvió ingeniero en ciencias computacionales. Pero, por su cuenta, redactaría un fanzine con videojuegos y anime: Game Freak, dibujado y engrapado a mano. Vendiendo sus revistas es como llamaría la atención de Ken Sugimori, posteriormente ilustrador de los primeros 151 Pokémon. Tajiri quería hacer videojuegos, así que compró Family BASIC, un paquete de programación de Nintendo y, posteriomente, el equipo real de desarrollo para NES. Eventualmente, Tajiri tendría la idea de un juego: la urbanización de Japón había destruido los entornos rurales donde los niños capturaban insectos: ¿por qué no crear algo para reemplazarlo? Tajiri vendería su idea a Nintendo y a Creatures Inc.; tras 6 años de arduo trabajo, que lo pusieron prácticamente en la bancarrota, Tajiri y Sugimori crearon Pokémon. ¿Quién diría que unos nerds que hacían fanzines habían inventado una fuerza económica global?
"Parece que coleccionar insectos es un indicio de que tendrás éxito en la vida", dijo Darwin. Y lo es. Pero ahora, la ficción comienza a interponerse en el camino de la ciencia... En 2002, miembros del departamento de Zoología de la Universidad de Cambridge encontraron que los niños ahora son más capaces de memorizar y clasificar Pokémon que las especies naturales del entorno que los rodea:
"Hicimos encuestas a 109 niños de primaria de entre 4 a 11 años para poner a prueba su conocimiento de historia natural... y no natural. A cada niño se le pidió identificar con tarjetas 10 tipos de especies británicas y 10 especies de Pokémon, personajes de un juego inventado por Satoshi Tajiri para dar los niños la oportunidad de coleccionar criaturas de la misma forma en que él lo hizo cuando niño. Cada juego de tarjetas tenía al menos 2 invertebrados, 2 mamíferos y 2 aves escogidas entre 100 especies comunes de Gran Bretaña y 10 tarjetas al azar se eligieron de entre los 150 Pokémon originales. La presentación fue al azar, y un juego de tarjetas distinto fue creado para cada niño (...) Para la vida silvestre, el éxito de identificación variaba entre 32% para los niños de 4 años a 53% a los 8 años y luego caía; para los Pokémon, se elevaba de 7% a los 4 años hasta un impresionante 78% a los 8 años, con los niños de 8 y más identificaban especies de Pokémon sustancialmente mejor que organismos como robles o tejones".
Las conclusiones del estudio fueron claras: "En primer lugar, los niños tienen una tremenda capacidad de aprender sobre criaturas, con la capacidad de identificar hasta 80% de una muestra de 150 especies sintéticas. En segundo lugar, los conservacionistas han sido menos capaces que los creadores de Pokémon para inspirar interés en sus sujetos. Durante los años de la primaria, parece que los niños aprenden mucho más sobre Pokémon que sobre las especies nativas que los rodean y al entrar a secundaria sólo son capaces de nombrar 50% de los animales que los rodean (...) Con una población urbana que se incrementa en 160,000 personas al día, los conservacionistas necesitan reestablecer un vínculo con la naturaleza si pretenden ganarse las mentes y los corazones de la nueva generación. ¿Es Ecomon el camino a seguir?"
En días recientes, Pokémon GO se ha apoderado del mundo digital. Cientos de miles, quizás millones de personas han sido "capturadas" por la manía, y las acusaciones de distopía y zombificación no se han hecho esperar. Parece una triste ironía que los niños no puedan identificar a la naturaleza real, mientras que decenas de caricaturas de moralistas pintan al juego como una distopía con Pikachu en el papel del flautista de Hammelin. ¿Será cierto?
Además de estas acusaciones, el modelo de Pokémon, aunque tiene el mérito de establecer a la evolución como el origen de especies nuevas, definitivamente tiene poco que ver con la idea de Darwin. No hay mejor ilustración de esta discordancia entre la biología y Pokémon que la comparación entre el ejemplo más famoso de la teoría de la especiación, los pinzones de Darwin, y Eeevee, uno de los Pokémon más versátiles por su potencial "evolutivo". En su viaje por las Islas Galápagos en el Beagle (1831-1836), Darwin documentó una gran cantidad de especies naturales, entre las que estaban los hoy famosos pinzones de las galápagos, pájaros casi idénticos en tamaño (10-20 cm) y color (negro o marrón), pero con la importante diferencia de tener toda una variedad de picos diferentes. Darwin no notaría la importancia de esto al inicio: sólo hasta 1845 en su segunda edición de El Viaje del Beagle, el naturalista observaría: "Al ver esta gradación y diversidad de estructura en un grupo pequeño e íntimamente relacionado de aves, uno imagina que de una original escasez de aves en el archipiélago, una sola especie ha cambiado para diversos fines". Dicho proceso de especiación ocurrió porque los pinzones ocuparon nichos ecológicos en la ausencia de otras aves: algunos se especializaron en comer nueces, otros en frutas, otros en insectos... en el caso del género Geospiza es posible ver la adaptación radiada del original Geospiza magnirostris en otras 3 especies: Geospiza parvula, Certhidea olivacea y Geospiza fortis... Ciertamente, los pinzones y la especiación radiada en contextos aislados, como las Islas Galápagos, no fueron la única inspiración de lo que sería la más compleja Teoría de la Evolución, pero fue un paso importantísimo.
Ahora bien, en el caso de Eeevee, creo que no hay mejor explicación de esta espantosa discordancia que la que hizo el creador de la famosa playera con el "árbol evolutivo" de dicho Pokémon: "Son como pinzones de Darwin, excepto que en lugar de adaptarse a su medio a través de sus picos usan PIEDRAS MÁGICAS para 'evolucionar' en un abanico de Guerreros Elementales, así que creamos una playera basada en los bocetos del viaje de Darwin. Radical". O ridículo: los niños aprenden decenas de miembros de especies inexistentes que evolucionan mediante mecanismos arbitrarios como dulces, piedras mágicas o "subir de nivel". Es decir, mientras la teoría de Darwin es materialista, científica y compleja, Pokémon presentaría una teoría fetichista... ¿acaso, como los más conservadores sugieren, Pokémon es un detrimento para la ciencia?
No del todo. Algunos investigadores han notado que, por ejemplo, gracias a Pokémon GO, la asistencia a museos de Historia Natural se ha incrementado. Otros biólogos han notado las coincidencias entre ciertos Pokémon y sus contrapartes naturales. Por ejemplo, el Pokémon psíquico Drowzee es un comedor de sueños y es bastante cercano al tapir; curiosamente, la palabra japonesa para tapir, baku, se refiere a un animal folklórico que come sueños también. Sandlash está basado en el pangolín, mamífero cubierto de escamas de queratina. Mudkip recuerda al ajolote mexicano, anfibio caudado de carácter neoténico, es decir, que puede alcanzar su madurez conservando características larvarias. Todas estas inspiraciones pueden hacer que los niños se conviertan del estudio de los Pokémon al de las especies reales.
En fin, científicos y naturalistas han hablado de la necesidad de aprovechar la oleada de Pokémon para despertar el interés en el coleccionismo y la naturaleza inherente a Pokémon, así como el carácter social de las Pokéstops. En fin, como dice el administrador del Museo Grant de Zoología en University College London: "para todos los que dicen que el interés en Pokémon es una pérdida de tiempo, debo decir que, mientras escribía un artículo, fui al campo de atrás de mi casa a capturar Pokémon y encontré un milano real (Milvus milvus) en su lugar. Así que, quizás, Pokémon GO nos ayude a recuperar el interés por la naturaleza".
This pesky real world red kite just distracted me from enjoying #PokemonGO in my local park. pic.twitter.com/BWOL6DZVRi
— Jack Ashby (@JackDAshby) July 30, 2016
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