GLOBAL FREQUENCY.
Cuando era adolescente, leí y me enamoré de los cómics de Planetary, publicados en México por Grupo Editorial Vid. Es difícil expresar con palabras lo mucho que impactaron en aquel entonces. Casi no había leído un cómic en mi vida, y esa forma de lenguaje narrativo, esa forma tan maravillosa de contar una historia a través de imágenes estáticas, era aún algo bastante nuevo para mí. Me gustaron tanto que hasta empecé a dibujar mis propios "cómics" (todos mal dibujados y siendo una copia de las aventuras del sr. Snow) y elevé a Warren Ellis, su autor, a la categoría de Dios Supremo. Naturalmente, sentí la urgente necesidad de leer absolutamente todo lo que él hubiera escrito. Cuando me enteré a través de una revista que había empezado a escribir otra miniserie llamada 'Global Frequency', crucé los dedos para que alguna editorial se animara a publicarlo en nuestro país.
Planetary fue un fracaso de ventas en México, y tal vez por eso, nadie lo hizo y tuvieron que pasar varios años para que pudiera comprar el cómic a través de Amazon. La historia del cómic es así: la agencia internacional, Global Frequency, consta de exactamente 1001 agentes dispersos alrededor del globo. Agentes de todas las razas, religiones, y con un sinnúmero de conocimientos o habilidades. Todos lidereados por Miranda Zero, y comunicados por Aleph. ¿Su misión? Salvar al mundo de los peligros más extraños que puedas imaginar.
Leer sólo el primer número basta para comprender a la perfección que es Global Frequency. Me encanta que en ningún momento te expliquen que está pasando. Solo es otra misión, una no muy diferente de las otras, y nosotros, al atestiguar cómo trabajan, cómo se comunican entre sí, y cómo se comunican alrededor del mundo, con la meta común de salvar a tantas personas como sea posible de un peligro inmediato y horrible, comprendemos quienes son estas personas, lo que hacen, y lo especiales que son. Global Frequency no es propiedad de gobierno alguno, ni de alguna inclinación ideológica. Es una agencia que trata de salvar al mundo de sí mismo.
Ellis realmente trata de que cada riesgo a la seguridad que enfrentan estos heterogéneos agentes sea único y muy extravagante. El primer número (de los doce que son en total), 'Bombhead', trata de un hombre a quien se le puso, durante la guerra fría, un dispositivo en el cerebro capaz de teletransportar una ojiva nuclear oculta en un búnker secreto en Siberia hasta su locación actual. El hombre está suelto en San Francisco, corriendo y sufriendo un intenso dolor de cabeza, indicando que la teletransportación está a punto de pasar. Global Frequency debe detenerlo antes de que todo explote. Es intenso, no sólo por el hecho de que están trabajando a contra reloj, sino también por el conmovedor final. El mensaje de esta serie parece ser que, aunque la humanidad haya hecho horribles cosas para matarse los unos a los otros, también somos capaces de trabajar como uno solo, sin importar las diferencias de nacionalidad, cultura, raza o cualquier otra de esas mierdas superfluas por las que los humanos nos hemos hecho daño durante milenios. Los mejores números son aquellos que implican un sacrificio por parte de un agente, usualmente a costa de su propia vida, para cumplir con su misión. En especial el último número. Dios, es tan poderoso, tan conmovedor... solo de recordarlo dan escalofríos.
Todo esto da la impresión de que la serie es una sucesión constante de escenarios al estilo de '24', y en cierta forma así es. Pero hay números en donde no hay acción, y solo es un relato de como los agentes de Miranda Zero van a cierto lugar y averiguan qué fue lo que pasó.
Lo que realmente evita que esta serie sea considerada como un clásico que todo el mundo debería leer es que, mientras que hay historias que en verdad son buenas, hay varias otras que son en verdad pésimas. Da la impresión de que no pudieron llevar el argumento más allá de "hay tantos rehenes, y tenemos que salvarlos o matar a los secuestradores antes de tanto tiempo" en demasiadas de las historias. En ocasiones, la historia no es lo suficientemente buena, pero podría salvarse el número si el dibujante fracasa en crear las imágenes adecuadas, lo que no ocurre, arruinando el número (ocurre en 'The Run'). A pesar de todo, es recomendable en mi opinión, porque cuando esta serie se pone buena, en verdad se pone buena.
FELL.
Después de leer otras cosas de Warren Ellis, como The Authority, dejé de pensar en él como un Dios, y empecé a verlo como lo que es: un ser humano talentoso que igual puede crear muy buen arte, como uno bastante mediocre o normal. Le pasa hasta a los más grandes de los grandes. Compré esta cosa llamada Fell (publicada en México por Kamite) sin tener ni idea de la trama, impulsado solo por el nombre del autor en la portada, ya sin esperar una obra excelsa y suprema, sino solo una buena.
En cuanto uno comienza a leer esta cosa, cae en la cuenta de que es una historia que se siente muy familiar. El detective Richard Fell acaba de ser transferido al culerísimo pueblo de Snowtown, en donde la fuerza policial consta de 3 detectives y medio, está constantemente rodeada de niebla y mal clima, y la tasa de crimen parece estar no solo elevada, sino desquiciadísima. Es el tal Fell un personaje misterioso. Casi no sabemos nada de él, y nunca está claro qué fue lo que hizo que obligó a sus jefes a transferirlo a tal infierno de ciudad. En cada número hay un rarísimo y violentísimo caso de homicidio criminal que debe ser resuelto. Así, 'Fell' es como un CSI, pero de bajo presupuesto, en donde no hay análisis de ADN, ni ninguno de esas eficientes herramientas para detectar el culpable. Lo único que hace que los casos sean resueltos es la prodigiosa mente de Fell y su capacidad para saber todo lo que ocurrió de un solo vistazo. Sí, es una trama dolorosamente familiar, pero ello no implica que sea una lectura muy disfrutable.
Para empezar, cada caso es tan extraño que te saca de la zona de confort en la que crees que este cómic está instalado. Nunca habías visto casos así. Te preguntas sobre qué pinche cementerio indio fue construida esta ciudad, con la tasa tan desquiciada de crímenes tan desquiciados. Tanto así que no sabes qué esperar en cada número.
Además, está el hecho de que, con los años, Ellis se ha vuelto un experto, un maestro, en el arte de decir mucho con poco. Solo tres viñetas bastan para hacerte entender el sentido de la escena, para hacerte reír, y comprender lo que pasa. Las tres viñetas de las que hablo las incluyo a continuación, y son sobre el jefe de policía recurriendo a medidas desesperadas para acabar con el crimen.
Así que en este cómic hay humor exagerado, hay crímenes exagerados, hay diálogos muy exagerados, y hay un personaje principal muy exagerado. Ellis parece ser incapaz de la sutileza. Al leer su material, uno puede ver a un inglés con un crudísimo sentido del humor, que muchas veces recurre a la escatología, sarcástico y cínico, que ve en el ser humano tanto todo lo bueno como todo lo malo. Su fuerte son las historias autoconclusivas, no el arte serializado del que tanto depende el cómic "normal". Les recomiendo mucho 'Fell', que reúne todas las cualidades de Ellis en un suculento paquete de 8 capítulos.
