Upgrade (2018) es una pinche película bien pinche bonita que hicieron con nada de dinero (5 MDD es muy poco para los estándares de USA) y que por alguna razón nomás no generó todo el ruido que merecía.
Lo más raro de esta película hecha por el creador de la saga Saw e Insidious es que a pesar de que toma cosas de muchas otras películas de ciencia ficción se siente fresca y diferente. Comienza con una pareja siendo asaltada por unos criminales que matan a la mujer y dejan paralizado del cuello hacia abajo al hombre, quien se somete a un tratamiento experimental para poder volver a moverse y, posiblemente, capturar a quienes mataron a su esposa. El tratamiento es en sí la implantación de una supercomputadora (llamada STEM) en su cuello que funge como inteligencia artificial y como un puente de sus impulsos nerviosos, pero la inteligencia del aparato es tal que logra convertir al sujeto en una máquina de combate imparable.
A pesar de esto, y sin ánimo de hacer spoilers, cerca del final de la película hay un giro argumental que provoca cansancio y hastío por apoyarse demasiado en los tropos de este género. Sin embargo, el final es tan maravilloso que logra repuntar a la película y tu sensación en general sobre ella.
Y creo que todos podemos apreciar el uso de una cinematografía creativa en una película, siempre y cuando funcione en el tono o en la historia de la misma. En esta película puede apreciarse que se inventó algún tipo de aparato, arnés o no sé que mierdas, pero algo que permite a la cámara moverse al mismo tiempo que el actor, lo que le da a las escenas de acción una visceral sensación de vértigo, cosa pocas veces vista. Y de nuevo, todo esto se aprecia incluso un poco más al saberse el mínimo presupuesto utilizado en la película.
Realmente espero que este no sea el último film de ciencia ficción de este director, y me considero ya mismo al pendiente de su siguiente trabajo.