Durante años se creyó que soplarle a un cartucho de videojuego ayudaba a que las consolas de 8-bits y a veces también sus hermanos jóvenes de 16-bits leyeran mejor la información, no obstante estudios recientes revelaron que dicha técnica, lejos de ayudar, causaba daños permanentes en el aparato, resultado de la saliva que deterioraba la lámina de metal con el paso del tiempo.
Cabe mencionar que en esta ocasión, la investigación no fue cortesía de científicos ni ingenieros, sino de un entusiasta que ha dedicado su vida a la compra y venta de videojuegos, y que durante años luchó por evitar la barbarie de soplarle a un cartucho. Frankie Viturello, quien también tiene gran experiencia en la crítica del entretenimiento del pixel y expone sus opiniones en el programa semanal Digital Press Webcast, explica que la creencia popular culpaba al acumulación de polvo como principal causante de que no se viera el juego en el televisor.
Si el polvo era el responsable, soplarle era la mejor solución, cuenta con ironía nuestro experto en la materia, señalando que la leyenda urbana no consideraba la realidad: el conector de las consolas en los 80 y 90 estaba compuesto de pins de níquel que con el uso, perdían firmeza. La acción de sacar el cartucho y volver a insertarlo hubiera sido más que suficiente para que las conexiones tuvieran oportunidad de reacomodarse, de ahí que pareciera que soplarle, y aventarle nuestros fluidos corporales al indefenso cartucho, arreglaba todo.
Lo que nadie tomaba en cuenta es que esa saliva terminaba corroyendo el cobre del cartucho, y a su vez de las conexiones de la consola. Acto seguido, un NES que extrañamente fallaba. Lo triste de la historia es que Nintendo y SEGA advertían a sus consumidores de las terribles consecuencias de incurrir en esta práctica, pero como sucede hasta nuestros días, nadie lee la documentación, simplemente conectas la consola y te pones a jugar.
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