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Dice un sabio refrán: “Yoshi es amor, Yoshi es justicia, Yoshi es vida”. Con la nueva versión de Woolly World para 3DS esa sabiduría se ejemplifica a la perfección, pues igual que el título para Wii U, este para portátiles es adorable y divertido. Pero no sólo tiene eso, sus creadores —el estudio Good-Feel— pusieron la misma cantidad de cariño al crear una buena adaptación con niveles cuidadosamente diseñados que se heredan del original, un par de cosas nuevas que llegan con Poochy y el intento de replicar el grandioso estilo visual de hilos y estambres en la compacta pantalla .
Casi todo lo que se dijo en la reseña de Yoshi’s Woolly World para Wii U aplica para la versión portátil: una experiencia entretenida, aunque no muy profunda. Esto es porque, si bien la estructura de los niveles es sólida, rara vez llega al extremo de lo complejo —si acaso en lo que refiere a algunos secretos— y, por otro lado, los acertijos tienden a lo ingenioso, pero nunca a lo muy desafiante. Por último, las actividades extra son un buen valor agregado, pero el entretenimiento que otorgan es fugaz. Puedes tomar todo lo anterior como algo negativo si eres un veterano del género de plataformas, pero también como algo positivo si lo que buscas es pasar un rato de entretenimiento libre de complicaciones. Estoy en el punto medio, así que pude disfrutar la mayor parte de mi tiempo con el juego, aunque eso no me cegó ante los defectos.
Cuando digo que puedes pasar un “rato” entretenido con este título me refiero a duró menos tiempo del que esperaba —sobre todo al hacer comparaciones con Rayman Origins o incluso con Super Mario 3D Land—. Con 6 zonas y 8 mundos en cada una (además de un nivel secreto por zona) terminar Woolly World puede tomarte alrededor de 5 horas si no te detienes a recoger los ítems coleccionables. Sin embargo, a los coleccionistas empedernidos les tomará entre 10 y 12 horas, dependiendo de la cantidad de veces que reinicien un nivel para obtener algunos de los ítems más complicados. Claro que dedicar tiempo a esta labor tiene su recompensa, como diseños adicionales de Yoshi (cuando se recogen las madejas de estambre), niveles extra un poco más desafiantes (al encontrar todas las margaritas sonrientes en cada nivel de una zona) o materiales para crear diseños propios del dinosáurico protagonista (si es que consiguen todos los parches con dibujo de lápiz).
Por fortuna, muchos de los coleccionables ahora son más fáciles de ubicar gracias a la ayuda de Poochy, el fiel canino que acompaña a Yoshi en esta aventura, quien en la forma de 3 cachorros te avisa dónde están los secretos al deshilar —literalmente— el escenario o a veces simplemente al brincar en la dirección hacia donde está el objeto oculto. Si nunca experimentaste el juego original o lo hiciste, pero ya no recuerdas cómo fue, debes saber que es una pesadilla recolectar una gran cantidad de los ítems escondidos porque hay que recorrer hasta los rincones más inaccesibles del escenario y en ocasiones no existe una lógica ingeniosa que lleve hacia ellos.
Si te sientes desesperado, pero de verdad necesitas completar el juego 100%, el Modo Apacible será tu aliado para que las cosas pasen de sencillas a ridículamente fáciles. Esta modalidad, que obviamente fue creada con los niños pequeños —o gente muy floja— en mente, otorga un par de alas a Yoshi para que pueda mantenerse flotando indefinidamente y activa a los 3 pequeños Poochy para que, además de encontrar secretos, sean los encargados de derrotar a casi todos los enemigos en pantalla (queda claro por qué Nintendo eligió un nombre tan explícito para esta modalidad).
No es pecado que los juegos tengan modo fácil, el problema es que en Woolly World dicha modalidad fue la justificación principal para involucrar a Poochy de manera más activa en la aventura. Por otra parte, también se justifica con un minijuego en el que la adorable mascota corre en automático a lo largo de un escenario para que controles sus brincos y agachadas con el objetivo de recoger tantas gemas como sea posible (muy al estilo de Super Mario Run, pero ligeramente menos técnico). Se trata de un complemento divertido y útil, sobre todo porque ahí puedes amasar una cantidad descomunal de gemas e invertirlas en una serie de insignias —léase power-ups— para los niveles de Yoshi. Sin embargo, creo que la presencia de Poochy está desperdiciada y tiene poca relevancia, sobre todo si tomamos en cuenta que su nombre está en el título del juego.
Al margen de los ítems ocultos o la falta de un compañero significativo, lo cierto es que el diseño de los niveles es genial en términos generales. Cada mundo tiene temática y mecánicas únicas, como convertir a un Chain Chomp en bola de estambre y usarlo para destruir obstáculos o avanzar en la penumbra mientras lo único que se ven son siluetas, entre otros ingeniosos ejemplos. Es justo en este punto donde podría haber más frustración para los fans de Yoshi y de los juegos de plataformas —a mí me sucedió—, ya que la duración de cada escenario es muy corta y algunas de las mejores ideas llegan a su fin cuando apenas estás comenzando a enamorarte de la mecánica. No todos los niveles están creados con la misma genialidad y, de hecho, hay algunos que pueden caer en lo genérico, pero los que son memorables te dejarán con ganas de repetirlos varias veces.
Los puntos de guardado están muy separados, justo como en la versión de Wii U, lo cual da un extra de desafío a los niveles (o causa frustración, en muy contados casos)
Dado que cada nivel contiene muchos acertijos, el ritmo de la aventura tiende a no ser muy veloz, pero hay secciones donde la acción da un giro de 180° para exigir lo mejor de tus reflejos. Son momentos ocasionales y cuando llegan, Yoshi se convierte en una motocicleta, un delfín o un gigante ―entre otras formas― para dejarte recorrer ese fragmento contrarreloj, mientras causas destrozos entre los enemigos y recolectas tantas gemas como sea posible. En pocas palabras, diversión en su máxima expresión. El problema, igual que la duración de los niveles, es que son secciones tan breves que a veces quedas inconforme.
Ahora bien, en cuanto al apartado visual, debo ser brutalmente honesto: la versión de Woolly World para 3DS no se compara con la de Wii U. Se nota que los desarrolladores trataron de compensar la reducción del espacio en pantalla y del poder de procesamiento de la portátil con el efecto estereoscópico, al punto de que en ocasiones parece que estás jugando dentro de un libro pop-up, pero al final, la mágica personalidad de texturas, estambres, hilos y patrones que caracterizó al Woolly World original, se diluyó con la adaptación. Los personajes se ven pixelados y a los escenarios les falta un poco de vida; por ejemplo, no está el efecto de hilos de estambre moviéndose con el viento y el piso de tela ya no se hunde sutilmente con cada pisada de Yoshi. Son pérdidas comprensibles y justificables, pero podrían ser razón suficiente para no comprar la versión de 3DS si ya tienes la de Wii U. Sin hacer comparaciones con el original, este Woolly World es uno de los títulos con mejor dirección artística que existen para la portátil de Nintendo, a lo que se suma una musicalización muy variada y con mucha personalidad con lo que se obtiene una excelente ambientación.
Pedir que Woolly World en cualquiera de sus versiones —Wii U o 3DS— iguale la grandeza de Yoshi’s Island y Yoshi’s World podría parecer demasiado, pero la realidad es que tenía el potencial para ello. Si las ideas de cada escenario se hubieran explotado mejor o al menos hubieran durado más tiempo, este título habría terminado como una experiencia mucho más sofisticada, completa y entretenida. Lo que ofrece actualmente esta entrega es suficiente para dejar satisfechos a la mayoría de los fans de Yoshi, mientras que para el resto probablemente no cumpla todas las expectativas. Poochy & Yoshi’s Woolly World es divertido, adorable y un buen juego en general, pero en definitiva, no es el mejor de plataformas que puedes encontrar para 3DS.
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