Lanzar nuevas propuestas implica riesgos, en especial cuando se trata de un terreno tan poco explorado como la Edad Media, que sin el toque de fantasía pareciera estar condenada al desinterés de un gran número de personas. Desconcertante, pues con tan robusta historia, momentos memorables y violencia visceral, sorprende que no se desarrollen más juegos basados en las peripecias y desmanes que hicieron los Caballeros Templarios durante las cruzadas. Sin consideración por herir susceptibilidades religiosas o denigrar aún más la imagen de los asesinos eclesiásticos, The Cursed Crusade intenta adentrarnos en el conflicto desde una perspectiva menos plagada de política y por supuesto, mucho más dinámica que la lectura de un libro de historia.

Ubicado en el contexto de la cuarta cruzada, cuando las fuerzas europeas del Santo Imperio Romano emprendieron su última ofensiva a territorio musulmán durante el siglo XIII, este título cuenta lo sucedido a Denz de Bayle, un caballero cruzado en peregrinación a Tierra Santa que por azares del destino se une al ladrón hispano Esteban Noviembre; el propósito de su misión reside en eliminar una maldición que atormenta a ambos, penitencia que les otorga impresionantes poderes sobrenaturales a cambio de ser objetivo primordial de la misma Muerte, quien no descansará hasta arrastrarlos a las fauces del infierno.

Atestado de clichés del folclor medieval, como convertirse en una criatura demoníaca con todo y cuernos, The Cursed Crusade se esfuerza por ofrecer un argumento profundo y significativo, el problema es que la trama padece dificultades al tomar una dirección concisa y cuando logra enfocarse, incurre en el peor recurso argumental de concluir abruptamente. La carencia de un desenlace relevante se externa como defecto mayor dado que la narrativa falla al transmitir la angustia de los personajes o hacernos partícipes de su forma de sobrevivir.

Afortunadamente, el lenguaje con que se comunica el juego no es únicamente argumental y prefiere guiarnos a través de parajes infernales e interminables castillos con su mayor cualidad: el esquema de combate. Conforme a la tradición en los juegos de acción de este tipo, tienes a disposición un vasto repertorio de movimientos, contraataques, combos y ejecuciones finales que tendrás que desbloquear y por supuesto, perfeccionar. Si te parecen insuficiente, estarás feliz con el amplio arsenal que encontrarás durante la aventura, cada arma con propiedades únicas y un efecto distinto dependiendo el tipo de enemigo que enfrentes; la idea es encontrar el balance perfecto o el estilo de combate que mejor te favorezca. El punto negativo es que la duración del armamento es en extremo fugaz, y no serán raros los momentos en que sufrirás para encontrar sustituto.

En teoría, el esquema de pelea es sumamente refinado, pero en la práctica tiene algunos defectos que obstruyen tu desempeño con el control. El más evidente es que los combos no siempre responden a la velocidad de tus botonazos, y a veces el retraso es terrible; en una situación uno a uno es grave, cuando te atacan varios a la vez, es peor. Al menos puedes evitar el caos gracias al código de color de los enemigos, un destello que te indica el momento preciso para bloquear o contraatacar. Otro problema menos relevante pero igual de molesto, es una ballesta que siempre llevas a tu espalda, la cual sirve para disparar a distancia, usarla con adversarios regulares representa pocas dificultades, pero cuando se trata de arqueros es como juego de tiroteo de esos que adornan los parques de diversiones, la tendencia a fallar aumenta irremediablemente.