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Dentro del conflicto eterno entre razas del universo de Warhammer 40,000 la guerra parece nunca cambiar. Sin embargo, Relic Entertainment nos ha demostrado que puede haber modificaciones para ofrecer diferentes y marcadas experiencias de juego. La primera aparición de Dawn of War en 2004 nos acercó a un sistema de combate inspirado en el juego de mesa y para la segunda entrega la escala se redujo para ofrecer un intenso apartado táctico. Con Dawn of War III el venerado estudio desarrollador de títulos de estrategia define nuevamente un estilo de juego donde, en la sombría oscuridad del futuro, sólo hay guerra.
Dawn of War III es un título de estrategia en tiempo real inspirado en el juego de mesa futurista y grimdark de Games Workshop, me refiero a Warhammer 40,000. La premisa es simple: construye una base, adquiere recursos y controla míticos héroes que lideran un ejército con el objetivo de aniquilar a tus oponentes en un brutal y glorioso combate a gran escala.
Como todo buen juego de estrategia en tiempo real, Dawn of War III presenta las convenciones tradicionales que construyen al género, es decir, un elemento de construcción de bases y adquisición de recursos y un pesado, complicado y profundo sistema de microgestión de unidades. En esta entrega tomas el control de 3 bandos: los estoicos y fanáticos Space Marines, los carismáticos y brutales Orks y la noble raza de los Eldar.
Los defensores de la humanidad, los Space Marines, se caracterizan por su progresión estándar y podría decirse que es la raza para principiantes porque sus mecánicas son las clásicas dentro del género. No hay mucho que resaltar sobre los Space Marines, salvo la posibilidad de reforzar las tropas con ordenanzas orbitales; su sistema de juego es el tradicional que puedes esperar dentro de un juego de estrategia.
Los Eldar, por su parte, se distinguen porque su estilo de juego requiere estrategias de pegar y correr gracias a una mecánica de recuperación de escudos y auras de velocidad. Cuando las unidades descansan cerca de ciertas estructuras, sus escudos se regeneran y ganan una habilidad pasiva que los hace veloces. Asimismo, pueden relocalizar sus estructuras en cualquier parte del mapa y, más adelante con la tecnología adecuada, pueden reforzar sus unidades enviando tropas a través de portales para acortar el tiempo de refuerzo.
Son los Orks quienes se roban el show. Salvajes y brutales, son la raza con más personalidad y carisma dentro del universo de Warhammer 40,000; sus aspiraciones y acciones en la campaña son nobles y entrañables. Digamos que son los más divertidos por su característico dialecto roto y acento británico, y porque hacen lo que quieren y como quieren.
Una particularidad de los Orks es que su nivel tecnológico está ligado a torres de Waagh que construyes; en vez de elegir la actualización al siguiente nivel tecnológico dentro del cuartel general (como sucede con los Space Marines y Eldar), eriges torres de Waagh, lo que significa que pueden construir unidades fuertes y más especializadas. Además, lo característico y genial sobre ellos es que cuando activas la habilidad especial en dichas torres, sonarán canciones de metal para dar inicio a las brutales festividades del llamado a la guerra que bonifican a las unidades.
Asimismo, una de las mecánicas de los Orks que sobresale por su diseño es que pueden construir unidades a partir de los restos y la chatarra de los enemigos. Por ejemplo, cuando destruyen estructuras y algunas unidades mecánicas enemigas, pueden construir vehículos y hasta edificios a partir de los escombros, así como reforzar las unidades de combate.
Otro elemento característico de Dawn of War III es la variedad de unidades de Elite. Esta casta de soldados es especial por su incremento de poder y porque emplean habilidades destructivas o de apoyo. Este sistema es un recordatorio de la segunda entrega de la serie y modifica el sistema de juego para convertirlo en un híbrido entre título de estrategia en tiempo real y arena de combate.
Las unidades de Elite son poderosas y pueden diezmar ejércitos opositores en cuestión de segundos con el uso de sus habilidades. Las unidades heroicas pueden ser ofensivas, mientras que otras fueron diseñadas para cumplir tareas específicas de arquetipos de personaje, como asesinos, tanques y personajes de apoyo.
Dawn of War III es un juego con gran intensidad mecánica porque una gran cantidad de unidades cuenta con habilidades especiales que debes emplear para tener éxito en el campo de batalla. De esta manera, la tarea de formar un ejército y liderarlo al combate conlleva más acciones que decidir el destino del ataque. Tendrás que elegir a cada escuadrón y accionar sus habilidades, todo dentro de una profunda experiencia estratégica de combate que llevará al límite tus aptitudes como comandante.
La experiencia de juego y combate es excelente. Liderar un ejército de Orks a la batalla requiere elegir a los Boyz y activar su habilidad especial para enviarlos al frente y hostigar unidades que atacan a la distancia. Los Boyz se emocionan con gritos de guerra y obtienen un escudo y velocidad de movimiento, y la razón detrás de atacar unidades distantes es obligarlas a entablar una pelea cuerpo a cuerpo e impedir que disparen. Aquí también debes utilizar las habilidades de las unidades de Elite para infligir la máxima cantidad de daño posible y controlar el resto de las habilidades de tu ejército. Claro, si no tienes la capacidad necesaria, tu ejército entablará combate de forma automática y eso podría costarte un enfrentamiento.
Por otro lado, la campaña del juego se presenta a través de pantallas estáticas entre misiones con diálogos entre los personajes. El conflicto que da lugar a la historia tiene que ver con una vieja profecía Eldar y una lanza oculta dentro de un planeta igual de misterioso, con un poder inmensurable. Las partes del conflicto quieren tener dicho armamento y esto da lugar a situaciones clásicas en el género y la franquicia: alianzas inesperadas y momentos de traición. En general, podemos decir que la historia hace muy poco por innovar el esquema de misiones que, a propósito, comienzan a escala reducida y pueden crecer de acuerdo con el avance para entregar escaramuzas a gran escala y, así, hacer honor a la franquicia de guerra eterna.
La campaña es una de las más amplias en el género con más de 15 misiones que tienen una duración de una hora o hasta 2 y, aunque podrían ser buenas noticias, esas horas están llenas de tiempos muertos durante los cuales eres obligado a esperar recursos para reforzar a tu ejército. Una particularidad es el ritmo frenético que brinda la campaña para obligarte a jugar las 3 razas continuamente. Comienzas con los Space Marines y cuando crees que estás empezando a entender las mecánicas, la campaña te pone en los zapatos de los Orks e inmediatamente después, en los de los Eldar. La campaña es una montaña rusa de emociones y experiencias bien diseñadas para mantenerte al borde del asiento esperando más acción, aunque quizá pueda resultar demasiado para algunos.
La campaña también sirve para la progresión de quienes prefieren el multijugador. Al concluir una misión adquieres experiencia con las unidades de Elite que empleaste y una cantidad de calaveras que sirven para desbloquear más unidades Elite y doctrinas. Incrementar el nivel de las unidades Elite confiere nuevas habilidades pasivas y aspectos cosméticos, además de la posibilidad de desbloquear doctrinas, que son habilidades pasivas que modifican las mecánicas de cada raza o complementan las habilidades de ciertas unidades de combate. Por ejemplo, puedes equipar 3 doctrinas para hacer más poderosas a las unidades de infantería de tu preferencia o bien, hacer lo mismo con unidades mecánicas.
El multijugador, por su parte, retoma muchos aspectos de la campaña, como la construcción de base y la adquisición de recursos, sin embargo, el modo de juego está muy lejos de ser el tradicional, pues se trata de un combate brutal hasta de 6 jugadores, 3 contra 3, donde el objetivo es derribar ciertos campos de energía del oponente antes de asaltar el núcleo de energía principal.
El ritmo de esta modalidad se guía con 4 fases de escalamiento que modifican la forma de adquirir recursos. Durante las primeras fases, una parte del costo de las unidades que pierdes se reintegra a tu banco, mientras que en las últimas fases la cantidad se reduce drásticamente, pero adquieres más recursos. Todo esto mientras las estructuras obtienen cada vez más salud. El sistema de escalamiento es crucial para el ritmo. Nos referimos a que, mientras que en el juego temprano perder unidades no es terrible y la importancia recae en adquirir nodos de recursos, el juego tardío se caracteriza por el incremento de poder de las unidades y la elección del ejército. Al final, la victoria la obtiene el bando con mejor estrategia, coordinación y selección de unidades.
Sin duda, el multijugador nos recuerda otras entregas muy populares de la actualidad que tienen origen en los RTS, nos referimos al género MOBA. La progresión de las partidas se resume a construir una base, amasar un ejército y asaltar objetivos para culminar la partida destruyendo el nexo de enemigo y lamentamos decir que en este momento es la única forma de jugar en línea y su variedad de mapas es sumamente limitada.
A pesar de tener una dirección de arte un poco caricaturesca, Dawn of War III se ve excelente y, cuando todos sus elementos se conjugan, la experiencia grimdark está presente de manera gloriosa y monumental, además de que los campos de batalla resaltan la naturaleza siniestra y oscura de la ficción de la franquicia con ricos detalles atmosféricos.
Dentro del departamento técnico encontramos que las opciones de configuración gráfica son mínimas, pues sólo es posible modificar un par ajustes y el apartado para personalizar la interfaz de usuario es competente, pero nos quedó a deber en departamentos críticos cuando hablamos de juegos para PC y entregas de estrategia. Por ejemplo, no existe la opción para incrementar la velocidad del movimiento de la cámara o ajustar las teclas de acceso directo. Por este motivo, la experiencia de juego se ve entorpecida por los movimientos del ratón que son insuficientes para mover con soltura la cámara. Durante un momento de frustración, utilicé las teclas direccionales del teclado para controlar la cámara. Esta situación nunca debería presentarse en un juego de estrategia dentro de la PC.
Encontramos que Dawn of War III es el juego con menos personalidad de la franquicia porque el singular trabajo de actuación de voz que da vida a cada una de las unidades heroicas y normales queda relegado debajo de un sistema de anunciador. Esto quiere decir que, en vez de escuchar las reacciones en tiempo real de las unidades en el campo de batalla, la mayoría del tiempo oirás una voz que encapsula la esencia de la raza que juegas. Las icónicas líneas de diálogo que alaban al Dios Emperador de la Humanidad están presentes en el fulgor de la batalla, pero quedan confinadas a un segundo plano.
Relic Entertainment, el desarrollador de este juego, se ha caracterizado por cambiar el paradigma en cada entrega. Como recordarás, el lanzamiento original de 2004 ofreció una experiencia de gran escala y sistemas que emulaban el juego de mesa; para la segunda entrega este elemento se omitió por completo, lo cual modificó la experiencia general. En este sentido, Dawn of War III regresa un poco a sus raíces y presenta lo mejor de ambos mundos para dar como resultado una excelente entrega dentro del género de estrategia en tiempo real. Sin embargo, el sentimiento de juego de mesa característico a la serie quedó en el olvido junto a otros sistemas y mecánicas; por mencionar algunos, en Dawn of War III está ausente el sistema de coberturas y fuego de supresión. Creemos que el propósito de la evolución de la serie es ofrecer una experiencia de juego uniforme que se apega a los valores del género de la estrategia en tiempo real.
En conjunto, Warhammer 40,000: Dawn of War III es un competente exponente de estrategia que brilla por cuenta y personalidad propia. Aunque no intenta reinventar la rueda, se esfuerza por labrar su propio sistema de juego, pero es lamentable que olvide sus raíces.
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