Dark Souls, la experiencia de morir una y otra vez

Si no lo haz jugado, aguas con han sido advertidos

Hace algunos meses atrás, andaba trabajando en una tienda de videojuegos que se caracteriza por tener en su nombre la palabra planeta, aunque muchos la conocen mejor como el “planeta de las ratas.” En mis ratos libres, solía visitar a mi antiguo gerente, ya que solía trabajar en la competencia para la temporada navideña del año pasado.

En fin, el caso es que andaba platicando con él y mientras atendía a un cliente, me puse a pasear por la tienda y vi dos cosas muy interesantes; Demon´s Souls y Dark Souls, juegos que suelen ser difíciles de conseguir y como no estaban caros, decidí comprarlos. La razón de mi compra fue porque son considerados como los juegos más representativos de la ya generación pasada por su dificultad enfermiza, que hacía llorar hasta el más hardcore y demás cosas que te dicen para venderte el juego. Debo admitir que no soy fan de los dungeon crawlers porque no estoy familiarizado con el género, pero decidí darles una probada para ampliar un poco mis horizontes y sobre todo para que formen parte de la colección.

Comencé con Demon´s, por eso de conocer la primera obra por parte de From Software, pero en resumen, me fue bastante mal. Escogí una de las clases más difíciles de dominar (llegué a las minas, al menos fue algo) y, por falta de tiempo, decidí hacer “trampa” dejándolo para otra ocasión y opté por jugar el Dark Souls.

El principio fue muy desolador, podría decirse que Undead Burg era como mi segundo hogar. Leí el centenar de mensajes que otros jugadores dejaron por el lugar, en especial aquellos con la leyenda “I can´t take this.” Conocí a Havel, un caballero de ostentosa armadura, que acabó con mi curiosidad con un golpe de su diente de dragón, casi sin esfuerzo. También conocí al Capra Demon, un simpático demonio con cara de chivo equipado con un par de machetes y acompañado por un par de canes en su estrecha morada. Por si fuera poco, un gran draco rojo me espera del otro de un puente del castillo, ansioso por probar su aliento Colgate extra ardiente conmigo. Si, parece una exageración mía, pero estos carismáticos enemigos son solo un pequeño entremés de lo que me esperaba dentro de Dark Souls, una aventura llena de sudor, lágrimas y muchas, muchas muertes.

Entre mis grandes y vergonzosas aventuras, recuerdo mi primer encuentro con uno de los caballeros negros que rondan por el juego, precisamente en Undead burg. Encontré una forma muy peculiar de vencerlo; opté por sacarlo del pasillo donde se encontraba para llevarlo a campo abierto, lo llevé a la zona donde se encontraban unas escaleras de madera, donde se encontraban unos hollows que lanzaban bombas. Una vez ahí y con la esperanza de que no supiera subir escaleras y aprovechando la ventaja, empecé a lanzarle bombas. Sí, me llevo algo de tiempo, pero debo admitir que fue algo ingenioso para un primerizo y, como me sobraron algunas, las utilicé para matar al Taurus Demon.

Aunque parezca increíble, lo que hace de Dark Souls una experiencia tan difícil no son sus enemigos, sino las situaciones en las que al jugador, porque existen lugares que se prestan para emboscadas muy crueles que pondrán a prueba al jugador. Un ejemplo de esto, fue en New Londo, unas ruinas subterráneas donde los enemigos predilectos son fantasmas, los cuales solo pueden ser derrotados con la ayuda de cierto ítem que te permite atacarlos. El caso es que entré a un pequeño cuarto, el cual no tenía nada en particular salvo unas cuantas vasijas, por lo que decidí pasar por él tranquilamente. Justo cuando estaba a punto de salir de ese cuarto, un gran grupo de fantasmas salió de las paredes para emboscarme y pues, You died. Algo que aprendí (a la mala) fue que Dark Souls premia al jugador cauteloso y castiga severamente a los impulsivos de una forma muy cruel.

Otro elemento bastante interesante, aunque no pude probarlo en su totalidad porque mi personaje era débil, fue el elemento multijugador. La mecánica de esta modalidad depende del estado en qué condición esté tu personaje para poder activarlo. Para acceder a esta modalidad, necesitamos de Humanidad, un ítem parecido a una flama oscura el cual, como su nombre indica, convierte a nuestro personaje en humano y es la única forma de acceder al modo en línea. Una vez hecho esto, podremos ver a lo largo del juego mensajes que nos permitirán invocar a otros jugadores para que te ayuden en tu trayecto, en especial contra los jefes; incluso tendremos la oportunidad de dejar nuestro propio mensaje de invocación para ayudar a otros.

Sin embargo no todo es color de rosa, porque así como podemos invocar aliados, también seremos invadidos por otros jugadores, una razón (más) para que los novicios odien más a este juego. Los invasores son representados como espíritus de color rojo, que invaden el mundo en el que se encuentre el jugador para hacernos la vida imposible y mientras más alto sea el nivel de nuestro personaje, las invasiones serán más frecuentes; la única forma de evitar ser invadido por otros jugadores, es venciendo a los jefes de nivel. En mi experiencia, no fui invadido tantas veces como me lo imaginaba, pero eran peleas muy complicadas. No solo tenía con ellos, sino que también con los propios enemigos que estaban cerca; lo peor del caso es que la mayoría de los invasores son jugadores veteranos, los cuales barrieron el piso conmigo en muchas ocasiones.

Dark Souls cuenta con una buena variedad de escenarios, desde locaciones como un bosque, ruinas de fuego e incluso existe un escenario que se desarrolla dentro de una pintura. Claro, haciéndole honor a la dificultad que caracteriza a Dark Souls, cada escenario tiene su propio encanto. Sen´s Fortress, por ejemplo, se caracteriza por ser el hogar de muchas trampas, desde las clásicas donde pisas una losa y salen flechas de una pared hasta gigantes que te lanzan rocas explosivas. También está Blighttown, un gran pantano donde todo te envenena, hasta los mosquitos, además de ser el hogar de uno de un jefe que disfruta ver sufrir a los novatos, Queelag. Uno de mis escenarios favoritos fue Tomb of Giants, una cueva completamente oscura en donde nuestra única guía serán unas esferas de luz, además de estar plagado de esqueletos gigantes y muchos precipicios.

En cuanto a las boss fights, debo decir que hubo jefes geniales y otros pues, no tanto. Entre las peleas más memorables, y muchos de los fanáticos estarán de acuerdo, es la pelea con Great Grey Wolf Siff. ¿Qué tiene de espectacular una pelea contra un Canis Lupus de grandes proporciones? Simple, que este amiguito usará la espada de su difunto amo para hacernos frente. Bueno, la batalla no fue tan épica como esperaba, pero si fue muy emotiva: el hecho de que Siff defiende la tumba de su amo, los hermosos coros que acompañan la melodía de esta pelea y el triste desenlace de la misma. Otra pelea memorable fue contra los 4 reyes. Pareciera ser una batalla sencilla en contra de un fantasma de gran tamaño, de no ser porque en realidad se trata de una pelea contra el reloj, ya que aquí es donde este jefe hace honor a su nombre. Mientras más tiempo tardes en vencer a uno de los reyes, aparecerá otro para complicar aún más la pelea hasta que los 4 estén presentes.

Fue una larga y difícil travesía, pero ya estaba en la recta final de esta oscura aventura. Lo único que se interponía en mi camino eran unos cuantos caballeros negros. Llegué al recinto donde se encontraba el jefe, crucé la última cortina de niebla y así comenzó la batalla final contra Gwyn, el señor de la ceniza. Fue un hueso duro de roer, sus golpes me bajaban una buena cantidad de energía. Superé grandes obstáculos y mi perseverancia rindió frutos, derroté a Gwyn y por fin pude terminar Dark Souls. Con su alma, decidí prender la hoguera que estaba en medio del campo de batalla, la cual, supuestamente, traería vida al reino (se supone). La encendí, todo se llenó de fuego y… ya, fin. ¿¡QUÉ?! ¿¡CÓMO ERA POSIBLE!? ¿¡ESO ERA TODO!? No podía creer esto, sufrí tanto para ver un final como este. Me dio mucho coraje, tanto esfuerzo por nada.

Después del enorme fiasco que me llevé, investigué un poco en internet para conocer más de la historia y descubrí que ese era un final de dos disponibles. Siendo honesto, no le presté tanta atención, me clavé más en los plots de los NPC´s que en la historia en sí. Al ver el intro sobre la batalla de Gwyn y compañía contra los dragones eternos, me pareció ser una historia de adorno, que no tenía trasfondo, pero al final resultó ser más interesante de lo que esperaba. Eso fue algo que no me agradó del todo porque la historia pasa a segundo plano. Si bien es cierto que las serpientes primordiales te cuentan su versión de la historia pero deja al aire muchos detalles importantes; como la relación entre Artorias y Sif, por qué Seath estaba obsesionado por la inmortalidad si era un dragón eterno, por qué el fuego es tan importante y en qué consistía la era de la oscuridad. Los objetos que consigues en el juego te dan ciertas pistas sobre ciertos acontecimientos de la trama y uno que otro personaje, pero hasta ahí. Me hubiese gustado que ahondaran más en la historia, porque la forma en que intentan contarla rompe con el encanto de Dark Souls, aunque es solo es mi opinón.

A pesar del tremendo coraje que hice, tuve la dicha de volver a jugar el New Game+, para desquitarme de aquellos enemigos que me dificultaron mi trayecto durante la primera vuelta, contando con el equipamiento que obtuve durante la misma y, sobre todo, para descubrir cosas que no tuve la oportunidad de ver. Dark Souls es una experiencia llena de reto que los videojugadores deberían probar. Fue muy frustrante, pero al final me divertí mucho, puede decirse que estoy en el cuadro de honor de aquellos que lograron terminar la obra de From Software.